viernes, 25 de junio de 2010

MANCHONES FLEXIBLES DE ACOPLAMIENTO

La conexión de los elementos propulsores, en las embarcaciones con motores internos, son las siguientes: La hélice, conectada firmemente al eje, el cual atraviesa el casco para unirse a una conexión flexible que lo conecta a la caja, directamente acoplada al motor. Este descansa sobre soportes de goma fijados a los largueros estructurales de la embarcación.
La conexión flexible debe ser capaz de operar en los dos sentidos, es decir, soportar el esfuerzo de propulsar hacia adelante y aguantar el tirón de la hélice al aplicar reversa. En las embarcaciones de desplazamiento, generalmente con relaciones 2:1, estos flexibles deben girar a 1000 rpm, lo que representa 16,5 giros por segundo, es por ello que debe ser de buena calidad y garantidos además de estar perfectamente balanceados para no agregar vibraciones a la línea de eje.

El montaje de estos acoplamientos flexibles, en la mayoría de los casos, está sujeto por un lado al plato de la caja o inversor y por el otro al eje de la hélice y cumplen con cuatro importantes funciones.
Amortiguan la torsión: Al aplicar la marcha, el motor transmite su potencia a la línea de eje y este a su vez a la hélice que está detenida, de modo que comienzan a girar solidarios. Siendo la masa del eje y la hélice de un valor importante, es necesario amortiguar adecuadamente la transición de la hélice de parada a en moviemiento. Como acción secundaria, este elemento con masa flexible, sirve también para amortiguar los golpes que las palas pueden dar contra un objeto duro que encuentre en su camino. De no existir este elemento, los dientes de los engranajes de la caja sufrirían toda la carga del impacto.

Flexibilidad radial: Si bien es cierto que el motor debe estar montado sobre soportes, generalmente integrados com goma de alta densidad que absorven la vibración que este genera, cierto nivel de esta vibraciones se transmiten al eje de la hélice en donde estos acoplamientos cumpliran con la función de reducirlas aún más o, en el mejor de los casos, hacerlas desaparecer.
Marcha pareja: A muy bajas revoluciones el motor tiene una marcha áspera, rugosa, el acople suaviza el tren de marcha del eje.

Fusible: En el caso de una eventual paralización del giro del eje y su hélice, por algún obstáculo bajo el agua como un palo o un cabo enredado, etc., el acople flexible funciona de fusible rompiéndose y evitando que el motor, la caja, la hélice o el eje tengan un daño de mayor importancia.

sábado, 19 de junio de 2010

LANCHAS COLECTIVAS


Por Pablo Pereyra

A fines de la década de 1920, se construyó en Tigre el primer prototipo de las denominadas lanchas rápidas. Sucesoras de aquellos pequeños vapores que surcaron los ríos del Delta en los últimos decenios del siglo XIX, iniciaron una marcada transformación en el modo de navegar.
La rapidez para recorrer los trayectos entre Tigre y los puntos más alejados de las islas, el aumento de la capacidad y la mayor comodidad a bordo fueron determinantes para que las popularmente llamadas lanchas colectivas mantuvieran su vigencia hasta hoy. En su mayoría, fueron concebidas entre 1935 y 1950. Por esos prósperos años, existieron en Tigre emblemáticos astilleros dedicados a su construcción: Ortholan, Ivanovich, Primo D’Orazio, Arias y el legendario taller de don José Parodi e hijos.
Estas lanchas, al igual que las típicas canoas isleñas y las chatas cargueras del Delta, constituyen diseños únicos en el mundo. Representan el continuo e histórico puente entre el continente y las islas, transportando diariamente pasajeros, equipajes y encomiendas.
Constituyen un sistema de transporte similar al de los autobuses en tierra, pero algo distinto.
Los patrones (conductores) comenzaron a bordo, en su mayoría, como marineros, generalmente vecinos del Delta y, en consecuencia, conocen a la mayoría de los pasajeros residentes. De esta manera saben perfectamente en que muelle desciende cada uno.
En la actualidad, tres compañías se encargan de brindar el servicio de transporte: Interisleña, Jilguero y Líneas Delta Argentino. Cada una de ellas posee una ruta de navegación determinada.
La mayoría de las lanchas parte desde la Estación Fluvial de Tigre y solo algunas lo hacen desde Escobar.
Pueden transportar entre sesenta y cien pasajeros. Con más de diez metros de eslora, su fondo plano les permite navegar en arroyos de poca profundidad.
Hoy en día ya no se las construye, las nuevas generaciones tienen una forma muy diferente y son de acero naval, aluminio o resinas plásticas.
Los isleños pasan muchas horas a bordo y las lanchas colectivas son para ellos mucho más que un medio de transporte ya que constituyen un lugar primordial de encuentro.
Es por todo esto que resultan un elemento indispensable para nuestro fascinante paisaje isleño.

domingo, 13 de junio de 2010

10 RAZONES PARA NAVEGAR


Navegar mejora la calidad de vida: La navegación recreativa estimula el turismo, el entretenimiento familiar. Reduce el estrés y provee una oportunidad enriquecedora para el desarrollo personal, ya sea instruyéndose aún más en las artes náuticas o simplemente disfrutando del Delta.



Navegar, no siempre es caro: El espectro de embarcaciones que ofrece el mercado es muy amplio. Algunos de ellos son más accesibles de lo que uno cree, además por lo general, el propietario de un clásico suele (por economizar y/o para tener la seguridad de que el trabajo quedó bien hecho) realizar muchas tareas él mismo.



Navegar es camaradería: Está fehacientemente comprobado, que relajarse en familia y con amigos es una de las actividades favoritas de los nautas, junto con la pesca y la exploración de nuevos lugares. Según lo antedicho, lo mejor de tener un clásico no pasa por tener el último instrumental, la eslora más grande, etc., lo mejor de navegar en un barco de madera pasa simplemente por la oportunidad de navegar, y si se puede, compartir un asado.



Navegar es muy conveniente: Sabías que el 80% de los argentinos vivimos a menos de una hora de una vía de agua navegable? Es decir que podés estar disfrutando del aire fresco y del agua en muy poco tiempo. En el caso de aquellos que estamos cerca del delta, solo hace falta decidirse para que cualquier día de la semana podamos cenar a bordo o simplemente disfrutar de unos buenos mates contemplando la caida del sol.



Navegar es una actividad reconfortante: La navegación nos proveerá de grandes y diversas recompensas, a capitanes y tripulantes. Disfrutar de una copa de buen vino bajo un cielo único acompañado de gente que uno quiere, compartir con los chicos la confección de un nudo marino o un pique en la boya, salir en el auxiliar a explorar algún riacho desconocido, en fin, el límite lo ponemos nosotros!



Navegar es un buen ejercicio: Desde la preparación pre zarpada (quitar carpa - llenado del tanque de agua potable - abordaje de suministros - soltar amarras - etc), pasando por la compensación del rolido de la embarcación en navegación. En verano, unas buenas sambullidas en el río, una trapeada de la cubierta o la limpieza del casco desde el auxiliar, harán que su estado físico sea saludable. Y ni que hablar de los beneficios psico-físicos.



Navegar se aprende con facilidad: Si ud. es novato o se está decidiendo a emprender esta actividad, siempre encontrará a alguien más avezado y gustoso de acompañarlo en sus primeras experiencias. Hoy se puede encontrar con gran cantidad de escuelas, fundaciones y particulares que dictan muy buenos cursos.



Navegar es diversión: En realidad el motivo por el cual hay que navegar, es por que es muy divertido y placentero. Existen tantas actividades relacionadas a la náutica como se nos ocurra. No tiene límite de edad. El delta es tan vasto que podemos disfrutar de todo tipo de escenarios, amucharse en determinados ríos o parajes, o salir en busca del silencio y la tranquilidad. Vivir el Paraiso es navegar por el Delta!



Navegar en vacaciones: No se prive de esta experiencia sin igual. Comience disfrutando de una fin de semana completo, luego extiendalo a un fin de semana largo y cuando se quiera dar cuenta, estará disfrutando de sus mejores vacaciones, a bordo de su clásico.



La décima razón para Navegar, la pone ud.: Comentenos al pie, cual es para usted la razón o motivo para navegar. Anímese y exprese su opinión!

domingo, 6 de junio de 2010

UNA ISLA DE PELICULA

Llamada "la isla de los naufragios" o también "la tumba del Atlántico", esta curiosa isla se ha convertido en leyenda por sus más de 350 hundimientos documentados en los últimos cinco siglos.
Desde el aire, a través de una imagen satelital o vista en una carta náutica, la isla se asemeja claramente a una cimitarra. Sable Island es en realidad una peligrosa lengüeta de arena de 42 km. de largo por 1,5 de ancho en su parte más alejada entre costas, ubicada en aguas canadienses y a 180 kms. al SE de Nueva Escocia. Invisible en la niebla, rodeada por corrientes traicioneras e imposible de evitar en medio de una tormenta, la Isla Sable se conoció antiguamente como Isla Fagunda (su nombre se debía al portugüés, Joao Fogundes, que la visitó por primera vez en 1520) pero ante un intento francés, a fines del siglo XVI, de establecer una colonia penal la bautizaron como "lle Sable", la isla de arena.

Desde su seguramente accidental descubrimiento hasta hoy, se sabe de varios miles de navegantes que perdieron la vida en estas aguas, tras la zozobra de sus embarcaciones al ser arrojadas contra los bancos de arena, a pesar de estar señalizada por dos faros que instalara el gobierno canadiense en 1872, uno en cada extremo. Actualmente se encuentra prohibido el acceso a la isla para evitar los probables saqueos de los restos de tanto naufragio.
Desde hace un par de años, la isla se encuentra habitada por una dotación permanente de la Agencia Ambiental canadiense, aunque no están solos. Curiosamente, se encuentra una manada de aprox. 300 caballos salvajes, cuyos antepasados se cree haber sido abandonados por el comerciante Boston T. Hancock hace un par de siglos.
El primer naufragio del que se tiene data fue en 1583 y el último en 1999. Aunque el más famoso fue de ficción: cuando el Andrea Gail, el pesquero protagonista de la película La Tormenta Perfecta, se habría hundido cerca de Sable Island, aunque no existe registro de que el verdadero "Andrea Gail" hubiese llegado tan lejos, antes de desaparecer.
En Isla Sable nada crece, salvo algo de cesped y un puñado de arbustos. El viento y las corrientes cambian permanentemente la forma de sus costas y, aunque en un intento del gobierno para estabilizar el suelo plantó 80.000 árboles en 1901, el proyecto fracasó cuando todos los ejemplares murieron.